MATE

MATE
La vida en un mate: sorber despacio y saborearlo con intensidad ya que el mate, como la vida, cuesta un tiempo prepararlo, pero si no se disfruta al beberlo, cuando se acaba ya será tarde. Fotografía tomada en Argentina durante el corralito del año 2002

18 febrero 2013

Vuelta al mundo 2013, CAPITULO 19 – BUSAN Y BARCO A FUKUOKA (JAPÓN)

DÍA 36 NOCHE EN TREN Y BUSAN

Siguiendo con mi vuelta al mundo en tren, esta vez le toca el turno a los trenes de Corea. La compañía nacional es la KTR, modernísimos trenes pintados con los colores de la bandera nacional, que unen gran parte del país en alta velocidad. Sin embargo yo tomo un expreso para viajar de noche, ya que si lo hiciera en alta velocidad llegaría en apenas dos horas y media, con precio de viaje, el doble del normal.

El tren nocturno entre Seúl y Busan tarda 5 horas en llegar a la costera ciudad del sur. Así que tras dormitar un poco en el nocturno trayecto aparezco en la estación de Busan a las 4 de la mañana. Grandísima y también modernísima estación en la línea de todo el país. A esas horas casi todo cerrado, no me queda otra que tirarme en el frio suelo a seguir dormitando un par de horas hasta que comiencen a abrir los negocios, para desayunar algo y buscar alojamiento para la siguiente noche aquí.

Desayuno en pequeño supermarket de la estación, antes de irme caminando hacia un hostal chino que ojee por internet, cercano al barrio pesquero de Jalmachi. Me cuesta encontrarlo ya que aunque encuentro la alargada y estrecha calle, todos los luminosos letreros en coreano hacen que sea difícil identificarlo, pero….preguntando se llega a Roma (un poco lejos de aquí), me basta con Busán City. Una vez localizado, las únicas habitaciones que tienen se me escapan un poco de mi media viajera, así que gentilmente la dueña china le cuasi ordena a su jovenzuelo que me acompañe hasta un hostel cercano para preguntar si tienen hueco, “et Voilà”, aquí tengo una cama en un dormitorio de 6 literas y precio mejor.

Me atiende un joven que deja su partida en curiosa máquina de marcianos que están en el suelo. Se pirran por los videojuegos, en estas máquinas, en los móviles, donde cuadre. La habitación correcta y limpia pero un frio del “carajo p’arriba”, porque están ventilando y esta ciudad al lado del mar es fría, fría, así que con corriente más aún.

Nada más que no se dan cuenta, el de la Pola empieza a cerrar ventanas disimuladamente hasta conseguir la estanqueidad de la vivienda compartida. Ahora mucho mejor ¿Dónde vas a parar?. Dejo los trastos y ya más ligero comienzo a visitar Busan.

Por las calles cercanas de camino a la boca del metro negocios de frutas y hortalizas, con el producto estrella de oriente, la soja. Sacos y sacos con brotes de soja, que se venden por doquier, y son condimento imprescindible en casi todos los platos.

Comienzo a ver un extremo de esta ciudad que crece paralela al mar, y que en enrevesados entrantes y salientes, forma bahías, playas y cabos de gran belleza. La primera zona que visito son las playas de Gwanganlli Beach, que puedo ver después de caminar un poco más de un kilómetro desde donde está la estación de metro, y que ando viendo los coloridos puestos de comida y mercancías variadas.

En la playa destaca el gran puente colgante que cruza la bahía paralelo al precioso arenal, lugar muy vacacional en época estival. En el paseo, repleto de grandes edificios de cristal, esculturas y figuras variadas como una sección de los muchos cables que forman cada uno de los tirantes del puente.

Paseo para retomar nuevamente el metro y acercarme hasta la otra gran zona turística de la ciudad: Haeundae Beach. Esta playa es tan o más bonita que la anterior, y en la ciudad se respira ambiente de vacaciones, no muy abundantes entre los coreanos y visitantes de países cercanos, sobre todo China, en esta época. Carteles a pie de playa muy explícitos de prohibido fumar, y cada poco cabinas informativas con grandes pantallas planas de acceso táctil a internet. Poca gente, que pasea junto a las muchísimas gaviotas que intentan agenciarse algo de comida al menor despiste de incrédulos viandantes, y que contrasta y mucho con una foto que puedo sacar de cómo está el arenal de abarrotado en meses de verano.

Ya de vuelta hacia el centro le paso mensaje por Facebook a mi amigo coreano que conocí en el barco de Vladivostok por si quiere tomar algo por la noche. En una de las paradas de metro me poso a conocer un grandísimo centro comercial llamado Centum City,y que está considerado como el mayor del mundo. La verdad es que no lo puedo asegurar, ya que no conozco muchos de estos centros de los que intento pisar en pocas ocasiones, pero si es verdad que las dimensiones de este, con sus numerosos subterráneos y varios edificios anexos, hacen presagiar que haya cientos de tiendas, así como zona de golf, piscinas, bowling, y más, y más, y más.

Al salir al exterior cae la noche, y empieza el día del neón. Decenas de estos letreros muy luminosos dan luz a los muchos edificios cercanos en mi camino a la estación.

En zona de wifi, veo que mi amigo Jahesun me dice si podemos quedar la noche siguiente, pero le contesto que tomaré ya barco para Japón, por lo que nos mandamos saludos. Pero un amigo asiático, por mucho que le cueste, no te deja que te vayas sin demostrarte hospitalidad, y al rato ya tenía otro mensaje de que me pasaría a recoger por mi hostal a las diez para ir a tomar algo. Que buena gente Jahesun y los suyos.

Me pego una duchilla rápida y al poco ya le doy un abrazo a mi anfitrión en Busan, que me lleva en su coche hasta el café de un amigo suyo de nombre Jacky, y no era Jacky Chan, pero tenía la misma cara también de buena gente.

Su café, el Urban Café, está cerca de una de las zonas más visitadas en el barrio central de Busan. Son los 40 escalones que marcan el inicio de la subida hacia la zona donde muchos refugiados de la guerra de Corea se amontonaban escapando de las bombas del norte. Esta ciudad fue la que mejor escapó de tan cruel, como todas, guerra.

El coqueto café de ambiente italiano, al haber estado Jacky un tiempo en Italia, conociendo la elaboración de platos de comida y de cafés, que la verdad preparaba de cine. Charlamos un poco de nuestras vidas, comentándome Jahesun cosas de su trabajo aquí y de su familia en Rusia. Jacky por su parte nos comenta la idea de abrir un restaurante italiano en la zona alta de la ciudad con vistas a la bahía. En su Ipad nos muestras fotos de local que tiene visto. Escuchamos música en altavoces conectados a su Iphone, y en la librería destaca un libro de Steve Jobs, fundador de Apple del que Jacky es consumado seguidor por lo que pude observar. Entre tanto a Jahesun, le encanta la ropa deportiva y de montaña, como le comentaba al verle vestido así al igual que cuando nos conocimos en el barco de Rusia.

Para acabar Jacky nos ofrece un trozo de Brownin que hace las delicias del par de amigos que dan buena cuenta cucharilla en mano, de rico pastel de chocolate.

Jahesun me deja en mi hostel, y abrazo de amigos, sirve de despedida ya de un lejano pero buen amigo de este gentil país. Paso noche con chinos compañeros de habitación en el Apple Ghesthouse Hostel.



DÍA 37 BUSAN - BARCO A FUKUOKA

Esta mañana madrugo para ir a ver con un precioso día de sol el cercano barrio de Jalgachi, donde el punto de interés estrella, es su gran lonja de pescados que es la más grande del país. Ya en los aledaños una gran acumulación de gente negocia mercancía, generalmente llegada de medio marino. En el acceso al gran y moderno edificio de cristal, una figura con la bola del mundo entre las manos, me hace detenerme a sacarle unas fotillas, al coleccionar este afanado viajero, imágenes de tan codiciados globos terráqueos, al que en esta ocasión intento hacerle el giro completo.

En el interior, infinidad de puestos de pescado y mariscos, atendidos por pescaderas con mandilones de plástico duro de vivos colores. Como ya me pasara en el mercado de pescado de Seúl, la variedad de especies expuestas hace que casi no se pueda dejar de mirar tan raro, y de diferente tamaño, pescado de la lonja.

En el piso superior, otra infinidad de restaurantes con mesas bajas sobre tatamis mirando al puerto pesquero, ofrecen los frescos productos generalmente en forma de Sashimi (filetes de pescado crudo) y braseados de muchos otros pescados para quien lo prefiera. En definitiva estaba paseando por la plaza de Cudillero, con todos los restaurantes anunciando productos y precios.

En el último piso oficinas de los armadores y patrones de los muchos barcos pesqueros amarrados a puerto después de haber desembarcado sus riquezas del mar. Me voy un poco a pasear por el exterior con precioso día de sol, y algún que otro tripulante descansa después del trabajo de la mañana a la placida caricia del sol de Corea.

En las cercanías caminando hacia los embarcaderos otro pequeño mercado exterior vende también al por menor pescado congelado y ahumado. Desde allí comienzo a subir hacia el centro de la ciudad, viendo a mi paso la construcción del que va a ser uno de los mayores rascacielos de Corea, y que ahora está comenzando a tomar altura después de acabar la construcción de centro comercial anexo, ya en funcionamiento.

Animadas calles de restaurantes abren paso a la pendiente subida que me lleva a la colina donde un pequeño templo budista y una gran torre sirve de observatorio de esta parte de la ciudad. Al llegar a él, en un lateral una barandilla está literalmente atestada de candados que jóvenes coreanos se acercan a poner en ella para sellar su amor tirando luego la llave del candado colina abajo. Un arco nupcial y un corazón rosa complementan este curioso templo del amor coreano.

Me animo a subir al observatorio que la torre tiene arriba y alcanzar a ver así la ciudad completa, aunque la vista desde esta pequeña colina ya es bastante reconfortante.

En la recepción de acceso a la torre, exposición de pinturas y coloridas alfombras, se alinean en la pared cerca de otra también muy interesante exposición de fotos antiguas de esta colina donde accediendo al ascensor de la torre, se sube a significativa altura desde donde se contempla una panorámica única del puerto y playas de esta bonita ciudad.

Busan tiene unos cuatro millones de habitantes y es la segunda ciudad del país, multiplicando sus vecinos en la época de veraneo, por la muy importante parte del país que se desplaza aquí a veranear. Al salir del ascensor ya se puede divisar la zona de playas y también el puerto pesquero y comercial, que por cierto es el mayor puerto de Corea y el quinto en el mundo en tráfico de contenedores y todo tipo de mercancías, en gran medida automoción y electrónica, empresas punteras del país.

Hacia el otro extremo la innumerable riestra de pequeñas casas parece trepar hacia las cercanas montañas, inundando la ciudad de vida. La vista es total en soleado día, alcanzando a ver los muchos puentes colgantes que tiene Busán que conectan sus islas y unen bahías completas. Abajo se ven pequeñitas la estatua de un dragón y un ajardinado reloj hecho de pequeños arbustos y setos.

Aun se puede subir un piso más y acceder a la pequeña cafetería repleta también de cerámicas de enamorados que suben hasta allí para acabar de completar su amor o tirar a la pareja abajo, según como vaya la cosa.

Varias fotografías repasan el resto de torres observatorios repartidas por el mundo, muchas de las cuales ya tuve ocasión de conocer como la torre de Shanghái, la tour Eiffel o la Berliner tower, entre muchas otras.

Después de recrearme con las clarísimas vistas, bajo para acabar la visita a una curiosa exposición de instrumentos musicales de todos los continentes, donde destacan las percusiones africanas, los instrumentos de cuerda asiáticos y hasta las castañuelas españolas. Objetos ya conocidos junto a otros rarísimos y muy peculiares nunca vistos.

Ya abandonando la colina me despido de una mujer muy callada y observadora que debía llevar allí tiempo sentada. No quise molestarla en sus pensamientos, estaba absorta.

Por las empinadas escaleras que daban hacia el sur se bajaba junto a un nuevo santuario budista a las calles peatonales y comerciales de la ciudad, donde destacaban sobremanera las tiendas de ropa deportiva y de montaña. Les gusta muchísimo aquí vestirse así aunque solo sea para andar por la calle. Nike, Adidas, New Balance, North Face, Center Pole y un largo etc. de estas caras tiendas, también en tan turística ciudad.

Muchas pequeñas esculturas adornan las calles, que están repletas de gente paseando y viendo también las muchas tiendas de electrónica, donde la reina sin duda alguna es Samsung. Por un lateral que da al mercado se accede a una calle muy cinéfila, ya que es donde se celebra el festival internacional de cine de esta ciudad, y que tiene muchas alusiones al tema, entre otras, el paseo de las estrellas.

Para comer me voy a una apartada calle que había visto en la mañana, y que en vez de restaurantes medianamente caros, tiene pequeños puestecillos de pescado donde comen las gentes de la rula y pescaderos que venden allí su pescado. La higiene deja mucho que desear pero el pescado a la plancha y la variedad de complementarios cuencos que te ponen con él, por unos 4000 cacharros coreanos, hace que merezca la pena comer allí.

Acompañamiento siempre de arroz y cuenco con té y otro con sopa, todo lo adicional nunca se cobra, y al final por unos tres euros uno queda lleno y saciado. Sorpresa cuando además al acabarme el pescado me aparecen con otra pieza en el plato, que ya solo comí la mitad no me fueran a seguir aportando pesqueras proteínas a mi cuerpo serrano…jamón serrano, uff que ganas también de hincarle el diente.

Tomo cafetín en un cutre local que lo anuncia muy barato y que además lo hace “machiato” como a mí me gusta. Periódico habla, sin entender lo que habla, de un tal Felipe, de barba en una fragata española, y casado con una tal Leticia. También noticias locales que no me paro a traducir por falta de tiempo, por falta de mucho tiempo, vamos a poner, unas tres vidas de tiempo.

A la tarde recojo mi maleta del hostel para irme a coger el barco que en la noche ya me haría abandonar este completísimo país de gentiles y agradables gentes.

En el puerto aún tengo tiempo para últimas llamadas y revisión de mail antes de embarcar con dirección al sur de Japón. Ya en el ferry mi camarote es compartido con otras quince personas debiendo dormir en unas esterillas en el suelo perfectamente delimitadas, por armario cómoda y recogedor, que hace de pequeña separación de tus vecinos. En este caso un majísimo coreano de nombre Seo Donjiu. A la vez tres europeos más viajan junto a mí, un francés de Nancy y dos alemanes de Hamburgo, con quienes bajo a la cubierta principal a tomarnos un cacharillo que traían de contrabando al barco, jajá.

Buena charla con Alex y Jonathan, con quien había compartido baño en el Onsen que tenía el barco y que es una gozada de baño japonés. Es una especie demedio sauna y medio baño turco.

Los japoneses lo usan muchísimo y empiezan bien temprano a enseñar a sus hijos a usarlo. Hay unas pequeñas banquetillas donde te sientas para enjabonarte sin gastar mucha agua. A continuación con un grifo ducha te aclaras, y entonces entras al baño que puede ser caliente, era este caso, o frío si acompaña a una sauna tradicional. Todo Japón está lleno de ellos, en muchos casos están en manantiales de agua caliente, y en prácticamente todas las casas de alojamiento y hoteles.




Relajadísimos después del baño y del cacharrillo dormimos todos como lirones. Noche tranquila abordo.

Amaneciendo en el país del Sol Naciente seguiremos narrando…



http://albertocampamontes.blogspot.com

1 comentario:

  1. Pasamos por Korea a la velocidad del rayo. Casi no nos dio tiempo a adquirir una buena cámara de fotos :-).
    ¿Cómo es posible que todos con los que tropiezas sean tan buena gente?
    Me pregunto si encontrarás mucha diferencia entre korea Y Japón. La respuesta seguramente la tenga en el próximo capítulo.
    Te espero en Japón.

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